Las Buenas Nuevas

Primero las buenas nuevas

Por Katrina23 de marzo de 2020No Comments

“Para que alguien pueda realmente aceptar y apreciar las buenas nuevas, tiene que escuchar antes las malas noticias”. A menudo he escuchado esta frase en referencia al orden en el que debemos compartir el evangelio a un mundo perdido que se está muriendo. Se supone que debemos asegurarnos de que las personas entiendan que son pecadores y que están irremediablemente separados de Dios antes de que podamos pasar a las buenas nuevas de salvación. Pero no estoy de acuerdo con este pensamiento. Lo primero que necesita escuchar una persona que sufre es una buena noticia; y la mayoría de la gente está sufriendo.

En Mateo 4:23-5:5, y en muchos otros pasajes de las Escrituras, vemos a Jesús enseñando y predicando el evangelio, lo que incluía sanar a las personas de todo tipo de enfermedad y dolencia. Los consoló y les dio una esperanza increíble y las buenas nuevas: los restauró. No veo en ninguno de estos pasajes en particular que Jesús tuviera que dejar las cosas claras antes de sanar a alguien o consolarlo con buenas nuevas. No le dijo al leproso con tono insensible: “Oye, tú tienes un problema de pecado y estás muy lejos de Dios. Tienes que entender cuán pecador eres y arrepentirte. Entonces te sanaré”.

No, Jesús extiende la mano y toca a los enfermos e inmediatamente les sana. Sin exigirles nada, declara: “Tus pecados te son perdonados”. Él ve que ya conocen las malas noticias: han estado viviendo las malas noticias. Ya han experimentado aislamiento por su enfermedad; son muy conscientes de los efectos del pecado.

Las personas que sufren necesitan sentir el toque de Jesús en sus hombros y sus palabras de afirmación y amor. Necesitan saber que Dios les ve y les ama, y que su sufrimiento sí le importa. No necesitan que les digamos que son pecadores, que están alejados de un Dios santo; ya son intrínsecamente conscientes de ello. Es algo que han experimentado todos los días.

Normalmente no es nuestro trabajo declarar las malas noticias; es el Espíritu Santo quien nos convence de nuestro pecado. Sin embargo, siempre es nuestro deber anunciar las buenas noticias: a invitar a las personas al Reino de Dios y ofrecer un oído atento, una palmada reconfortante en el hombro, y las palabras: “Eres profundamente amado y aceptado.”

-Katrina